Mi acto comienza y tengo 11 años, de estatura extremadamente pequeña, la menor de mi grupo en el colegio y necesitan una obra de teatro para celebrar el día de la raza y los idiomas, nadie tiene ni idea que hacer y yo levanto la mano, es difícil resistirme a participar en algo, lo que sea, con tal de aportar o que me vean.
Reuní un grupo de amigas y a cada una le coloque un acento diferente y todas estaban en contra del idioma, un personaje principal les abre los ojos y en la obra todos terminan amando el día del idioma, yo no actuó por que la estoy dirigiendo, acto final salgo a la mitad del escenario, al frente de un grupo difícil de mas de mil personas, todos atentos a burlarse cuando se les de la oportunidad, hago la inclinación y espero aplausos, buen comienzo para mi primer lanzamiento.
Después de mi gran estreno como directora y escritora a los 11 años, la seguridad aumenta en mi y empiezo a participar en todas las actividades posibles que existen en el colegio, el periódico escolar saca un articulo acerca de mi fluidez verbal (en ese momento no sabia que significaba) y me alegro salir en la prensa.
La profesora de ética me nombro enfrente de todo bachillerato como la reina de la ética, por que a diferencia de muchos, yo sabia decir buenos días, por favor y gracias. Las cosas iban muy bien, era excelente estudiante y los profesores veían en mi una estrella en ascenso, aunque mi obra no había sido para ganarme un oscar, pero todos confiaban en que la pequeña niña lo hacia todo muy bien.
En mis repentinas apariciones en público, las situaciones embarazosas marcaron mi acto, estaban celebrando la misa o el mes de la Virgen Maria y colocaron a varios estudiantes a rezar el rosario, entre ellos estaba yo, salí al frente y empece a decir el ave maría, como estaba tan nerviosa de que se me olvidara la oración la dije de corrido sin respirar, cuando termine todos estaban rojos de la risa y yo estaba roja de la vergüenza que pase, la profesora de religión jamás me dejo volver a decir una oración en público.
Entre las muchas cosas que hacían que me quisiera matar, estaba el hecho de bailar en público, las piernas se confundían o los nervios no dejaban que mi coreografía fuera como el resto, y lo irónico de la situación es que pese a lo mucho que odiaba que me vieran bailar ya que lo hacia mal, siempre me arriesgaba y estaba al frente haciendo lo mejor posible, para que al final de la presentación recibiera comentarios como: ¡Lindo traje! ¡Los zapatos son nuevos! ¡Ese peinado te luce! y el baile? hasta el día de hoy nadie me ha dado su opinión, pero ciertamente en las fiestas nadie se le ocurrió acercarse a mi....todo era cuestión de inseguridad.
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